viernes, 16 de marzo de 2012

Un Mundo Feliz ... La sociedad.

Se encuadra en la tradición de las narraciones utopistas.

Plasma una realidad en la cual la felicidad se deriva de una parafernalia científica concebida para ahuyentar las tribulaciones de una masa ciudadana organizada según un sistema de castas regulado genéticamente. 


Nos propone un mundo con ideas comunistas, en las que el individuo no vale absolutamente nada, las sensaciones están suprimidas, la libertas sexual se desarrolla desde los primeros años de vida, los niños no tienen madre, y son educados por el Estado. 

El libro vislumbra el oscuro advenimiento de una utopía malsana que cancela el universo emocional de los individuos en aras de una arcádica estabilidad que conserve el bienestar alcanzado por la comunidad. 

La contraparte de esta sociedad atrapada en la burbuja de la lujuria y el consumismo, representado por personajes tan neuróticos como Bernard Marx y Lenina Crowne, es la Reserva para Salvajes de Mal país. La pervertida idiosincrasia de una civilización adicta a la disipación extrema.

Las claves de lectura de esta fábula premonitoria nos remite a desconfiar de los logros de la revolución científico-técnica como base de un progreso ilimitado para la especie humana. 


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